Una tarde de mayo de 1910, tuvo lugar en el café parisino "Rotonda" un encuentro entre la poetisa rusa Anna Ajmátova y el artista italiano Amedeo Modigliani. “Y todo lo divino en Modigliani brillaba a través de la oscuridad. Era completamente diferente a cualquier otra persona en el mundo”, Ajmátova escribió más tarde. Le preguntó a Anna si podía pintar su retrato. Así comenzó la historia de su amor, aunque la futura “Estrella del norte” de la poesía rusa no llegó a París sola, sino acompañada del poeta Nikolái Gumiliov, su marido, con quien se acababan de casar, y el viaje a París se convirtió en su luna de miel.
El 5 de abril a las 18 horas os invitamos a participar en la conferencia en línea “Anna Ajmátova, Amedeo Modigliani, Nikolái Gumiliov”, que se llevará a cabo dentro del ciclo de conferencias “La historia de un amor”. La autora y presentadora Anna Silyunas es crítica de teatro, historiadora de arte y directora de la fundación “Casa de Rusia en Barcelona”.
Nikolái Gumiliov esperaba la mano de Anna Ajmátova durante varios años, incluso intentó suicidarse cuando recibió su rechazo. Los futuros novios se conocieron en el liceo de Tsarskoye Selo. El joven enfermizo de 17 años, al que le encantaban las obras de Oscar Wilde, y la vivaz y directa Anna Gorenko de 14 años (la poetisa tomará el apellido de su bisabuela pocos años después) no tenían nada en común. A pesar de esto, Gumiliov se enamoró de primera vista. Los jóvenes se casaron al cabo de siete años, y tendrían un hijo, Lev.
En 1911, a pesar de los celos de su marido, Anna viajará a París para volver a ver a Modigliani, que no le dejaba de escribir unas apasionadas cartas, y no perdía la esperanza de volver a encontrarse con la poetisa rusa. Los enamorados paseaban por la capital leyendo la poesía francesa y se alegraban al descubrir que sus recuerdos coincidían. “Modigliani lamentó mucho no poder entender mis poemas, sospechando que en ellos se escondían unos milagros, mientras que solo fueron mis primeros intentos tímidos”, recordaba Ajmátova. Modigliani presumió ver en Anna a una gran poetisa, incluso sin conocer su obra. A lo largo de dos meses de su relación, Amedeo creó 16 retratos de la poetisa, en su mayoría nude, de los cuales solo sobrevivió uno. Ajmátova nunca se separó de este regalo de Modigliani, lo llamó "su propio retrato" y lo apreciaba mucho. Según Kornéi Chukovski, “ella no se separaba solo de las cosas que guardaban la memoria de su corazón”. “¿De qué herencia podemos hablar? Coger el dibujo de Modi bajo el brazo e irse”, le dijo a Anatoliy Naiman sobre su testamento.
La conferencia se realizará en línea, en ruso con traducción simultánea al español.
Participación gratuita con inscripción previa.